miércoles, 18 de octubre de 2017

18/52 - Francelia García


Le vi exhalar placer y vida

¿Acaso no sabe usted las tormentas que soy capaz de soportar? –le dije–, mientras sumergía despacio mi dedo, haciendo pequeños círculos como jugando con el agua: corriente que fingía pasividad y calma. Seguí el camino que ella misma descubría para mí. Cada latido suyo, cada respiración a un ritmo me permitía adentrarme poco a poco hacia ese territorio fino y terso, aunque peligroso. De ello pude dar fe en el trayecto; un reguero de cadáveres de todos aquellos que, en su intento incauto de plantar bandera, cayeron abatidos cual caudillos que han perdido su arma. Alguien debió advertirles: sólo bastaba escucharla, sobre todo, cuando callaba.
Esa noche fue ella un caudal exquisito, una corriente de agua que mordía y, al final, una brisa serena. 
Me vestí. Tomé mis artilugios y me despedí con un beso en la frente. De sus labios alcancé a escuchar unas palabras que me perseguirían hasta el día de hoy: “¿qué sería de mis apacibles aguas si no estuviese usted para provocar su furia?...”

Mirada de Francelia García (escritora) sobre una fotografía de Pedro Tzontémoc.


No hay comentarios:

Publicar un comentario