Fuego cruzado en un sólo sentido
Corinto, El Salvador / 1986
Sin ser corresponsal de guerra, sin trabajar para un periódico o una agencia de prensa siquiera he llegado hasta aquí, volando cincuenta kilómetros sobre territorio guerrillero en un helicóptero militar; sentado al lado de un artillero y frente a una ametralladora de no sé cuántos milímetros... Aterrizamos en Corinto, podría decirse que en la mitad de la nada, pero no, es un punto clave para el ejército salvadoreño que ha recuperado el control de esta población.
Se ha planeado mi regreso para ese mismo día pero Cuchillo largo, coronel a cargo es quien decide, y decide que es una buena oportunidad para que seamos testigos de “la paz social y el progreso” que impera en la zona gracias a las fuerzas armadas, por supuesto. No hay infraestructura turística y nos dan la hospitalaria orden de dormir en el cuartel militar que hace apenas dos semanas estaba bajo control de la guerrilla.
Duermo, porque puedo dormir donde sea y en cualquier circunstancia, hasta que en medio de la oscuridad una agitación colectiva me despierta. Todo el batallón se viste al unísono y apresuradamente, aunque vestirse signifique ponerse las botas que es lo único que se permiten quitar para dormir. Toman sus armas y se agrupan para salir al combate, a jugarse la vida, a no volver quizás. Yo también me pongo mis botas, estoy frente a la posibilidad de tomar la fotografía que he soñado. Salgo al patio central, las puertas del cuartel aún no se han abierto, pero la luz de la luna se filtra por cientos agujeros de bala disparados recientemente en ambas direcciones; en un fragmento de segundo soy consciente de que si desde aquí se está disparando con el mortero hacia allá, los disparos de los morteros de allá pueden llegar hasta aquí en cualquier momento.
Cuchillo largo dirige las operaciones desde un radio de onda corta y no autoriza nuestra salida.
Cuchillo largo dirige las operaciones desde un radio de onda corta y no autoriza nuestra salida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario