La fotografía de Pedro Tzontémoc es más que una fotografía, es poesía alquímica, la osadía de robarle un cachito mágico a la eternidad para iluminar el blanco y negro y convertirlo en un poema breve que se le dio por gracia, el poeta navegando solo, fundido en la inmensidad de la naturaleza, kundali lo llaman los hindús o satori.
Estar frente a una escultura de Dios, consiente que estas frente a una escultura de Dios, rodeado de norte a sur, de este a oeste, de arriba debajo, de la obra del gran artista.
Pedro atrapo a la plenitud en un clic iluminado, enromanzado con el universo, fuera del espacio y el tiempo.
En el inmóvil punto del mundo que gira está la danza, escribe Eliot en uno de sus cuartetos. Pedro Tzontémoc secuestra la danza y la eterniza en ese inmóvil punto el mundo que gira.
¿Una fotografía? o un poema dibujado por la mano de Dios.
Mirada de Ana Klein (escritora) sobre una fotografía de Pedro Tzontémoc.
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