martes, 26 de mayo de 2009

1/52 - Óscar de la Borbolla


La foto es reciente y es probable que el personaje siga cruzando la quietud del lago todavía. No creo que se supieran retratado: el tamaño de la montaña me invita a pensar que la distancia desde la que se situó el fotógrafo lo volvió invisible. Él posó sin saberlo y sin saberlo quedó en la foto. Es tan pequeño que no puedo descubrir a qué se dedica; pero algo me dice que sea lo que fuere su papel en el mundo, pescador o Noé tardío, nunca contribuirá a nada que supere en belleza a esta fotografía.
No sé cuál sea el sentido de la vida. Pero viendo esta foto –viéndola llegar al futuro, allá cuando del personaje que en ella aparece no quede nada más que precisamente esta foto, reproducida de seguro en un libro, vagando por Internet o sirviendo de portada a una computadora– se me ocurre que el sentido de esa persona que nació, creció y murió no fue otro que estar ese día atravesando el lago para que el fotógrafo lograra esa espléndida composición. El modelo no lo supo y tal vez el fotógrafo tampoco. Tal vez, también éste vino al mundo sólo para disparar su cámara ese día. ¿Y yo?, ¿habré venido sólo para escribir estas palabras acerca de esta fotografía? Si así fuera, la vida habría tenido al menos un sentido. No lo sé. Vuelvo a mirar la foto y el personaje que va en la balsa me parece más brumoso, más etéreo. Y lo mismo me ocurre al releer este texto: tampoco logré decir exactamente lo que quería…

Mirada de Óscar de la Borbolla (filósofo, escritor) sobre una fotografía de Pedro Tzontémoc.

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