martes, 7 de septiembre de 2010

fotografía 8

Palabras invisibles
Edzná, México / 1991
Muchas han sido las veces que el viento me ha dejado ver su voz, pero nunca de manera tan evidente como en Edzná. Quizá sea porque ahí la corriente no tiene obstáculos en la vasta planicie que se extiende más allá de la zona arqueológica y abarca toda una península o quizá porque la hierba, acostumbrada al llamado de Kukulkan, sabe de los movimientos ondulantes de la serpiente o, más probablemente aún, porque la geometría estelar de las pirámides interviene.
Un suspiro, apenas perceptible, anuncia la presencia inminente del viento en el anguloso umbral de roca prehispánica. De inmediato toma la plaza, la posee y finas espigas del verde se trenzan con lo intangible que retoza en la maleza para hacerse visible. La hierba cede y resiste; afloja, sucumbe y se rehúsa y la danza apenas comienza. En un fragmento de segundo la matemática perfecta del viento despierta al ojo y lo hipnotiza.
Y así, el aire me regresa las palabras que alguna vez, sin motivo, se lanzaron al viento en espera de respuestas.

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