miércoles, 3 de noviembre de 2010

fotografía 20

Fotografía digital
Tlaxcala, México / 1998
Una exposición; montaje, prensa, inauguración, fue el pretexto. Sin embargo, el trayecto de ida advertía que no sólo se trataría de eso; una señalización de carretera sentenciaba: No hay retorno posible.
El proceso creativo termina con el montaje, lo que sucede después es un mal necesario o, en el mejor de los casos, alimenta, retroalimenta el proceso creativo. La realidad es más fértil que la imaginación y esa noche, después del quehacer cultural, no sería la excepción y entonces comenzaría la verdadera función.
No importa si fue en su cuarto o en el mío, ya estábamos en la habitación de ese hotel, en aquella ciudad. No habíamos encendido la luz, el reflejo de la luna era suficiente. No hablábamos ya, todas las palabras habían sido dichas. No nos movíamos tampoco, de pie la una frente al otro, esperábamos que alguno diera el primer paso. No había retorno posible.
Su vestido cayó, en una sola pieza, dejándola desnuda. No la miro a través de una cámara, mi dedo no busca el disparador; en un fragmento de segundo la yema de mi dedo recorre, casi sin tocar, esa luz de luna que sí toca su piel expuesta.

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