Instantánea permanente
El lugar preciso donde la calma se arremolina.
La cumbre donde la luz de la noche se parece tanto al día.
El punto exacto donde se desborda el sollozo, la impotencia, la pasión… la dicha.
La mirada desorbitada que navega en solitario después del naufragio.
Y el polvo de memoria que casi todos han olvidado.
El recuerdo finito del que no se puede escapar…
El rojo abrazado a la bruma de invencibles cómplices: negro, gris, blanco.
Es sólo eso: todo lo que perdemos, porque todo se queda.
Mirada de María Luisa López (periodista y escritora) sobre una fotografía de Pedro Tzontémoc.
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