El
merme
“En soledad convoca lo que oculta”
María Baranda, Atlántica
y el rústico
Dijo hoy dejo a
los humanos.
Tomó las palas y las clavó en el agua.
Ahora
sí que saco algo
de
la corriente, de la calma.
Se desentendió río abajo.
Cada pueblo que dejaba
le avisaba al venidero
Ahí
va el Solo con una bengala.
Aterrizado, las aldeanas
le daban jícara en brazos
fascinadas de conocer
la soledad en un rostro.
Recostado en sus piernas, alucinaba merecerlas;
veía desde abajo sus pezones,
le parecían los párpados de Dios
en la bóveda nublada de follaje.
Ebrio rezaba, que
no regrese el lenguaje
como si hubiese olvidado de veras.
Un receloso lo regresó, de piernas e hinchado de
fermento,
a su lancha:
que
se vaya, que se acuerde
desamarrando en una mano el conjuro
y apurando un cuchillo en la otra.
El Solo amaneció en pleno Iquitos
con palabras apuradas en la boca
y las cuerdas de la garganta rotas.
Mirada de Valeria Guzmán (poeta amiga de los caballos) sobre una fotografía de Pedro Tzontémoc.
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