martes, 7 de septiembre de 2010

fotografía 7

Señales a la intemperie
Monte Sinaí, Egipto / 1997
Un viaje es más que la llegada y sin embargo llegar al monte Sinaí, aún y cuando es tan sólo una escala en el camino, es un viaje en sí mismo.
El sol desciende por la invisible escalera de la curvatura celeste, el ardor del desierto se debilita y concede así el ascenso a la montaña. Pronto el calor mostrará la otra cara de su dualidad y el frío quemará la piel y, en la otra dualidad, la que acompaña a cada caminata, la que se balancea entre la soledad y la congregación avanza hasta pisar el primer escalón de los muchos que elevan la otra escalera, la de las siete puertas que, más tangible y terrena, hiere la roca para abrir paso hacia la cima.
En lo alto, el cielo aspira la mirada que se pierde en el basto conjunto infinito de universos finitos. Nada la detiene, nada en el planeta, hasta que el origen de la seducción la congela y en un fragmento de segundo un arco de luz, el cometa Hale-Bopp, enciende al firmamento.
Al amanecer la dimensión del desierto se muestra completa en otro universo de valles y montañas. Todo el espectro lumínico, del azul profundo al rojo intenso, se apodera dócilmente del paisaje.

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